Humillaciones y retención de salarios; el trato de los Sena con los trabajadores que los denunciaron

Humillaciones, retención de salarios y el nombre de una leal colaboradora vuelve a sonar en una causa federal que expone un terrible modus operandi del movimiento piquetero más importante de la provincia.
Este viernes, el fiscal federal Patricio Sabadini pidió la declaración indagatoria de los dirigentes piqueteros Emerenciano Sena, Marcela Acuña y Osmar Quintín Gómez por trata de personas, causa contra la administración pública que surgió en 2010 cuando fueron denunciados por la Fundación Madres de Plaza de Mayo.
Esta causa es clave para la Justicia Federal en la investigación por supuesto lavado de activos por los casi 6 millones de pesos encontrados en la casa del matrimonio Sena, durante un allanamiento a su vivienda ante la desaparición de Cecilia Strzyzowski.
Las acusaciones contra los tres dirigentes, hoy detenidos por otras causas, surge del relato de más de 30 trabajadores que en septiembre de 2008 «fueron contactadas con la promesa de que tendrían una casa propia y un trabajo estable, por el dirigente del movimiento «MTD 17 DE JULIO» Emerenciano Sena, por su pareja Marcela Acuña y por Osmar Quintín Gomez», surge de los primeros avances del Ministerio Público Fiscal.
Los trabajadores tenían que construir unidades habitacionales en el Ex Campo de Tiro, avenida San Martín 3.500, en el marco del programa habitacional «Sueños Compartidos» de la Fundación Madres Plaza de Mayo.
La reconstrucción realizada por Sabadini detalla que la primera tarea que habrían encomendado los dirigentes fue la de usurpar y cercar el predio de La Rubita, sin embargo luego ordenaron que desocupen el lugar y se trasladen a hacer exactamente lo mismo al Campo de Tiro.
«La toma de estas tierras era fundamental para la concreción del proyecto de la construcción de las viviendas acordadas en el marco convenio», indica Sabadini quien informó, a raíz de las declaraciones testimoniales, que por usurpar les pagaban una beca del programa Chaco por Vos de $ 500 mensuales.
Dicha beca solo la cobraron por dos meses, ya que Emerenciano Sena dio la orden -según las denuncias- de que «no vayan a cobrar más la beca porque tenía que dársela otros compañeros y que si la seguían cobrando no los dejaría trabajar en el campo de Tiro como obreros».
A los que no fueron a cobrar los «premió» permitiéndoles construir viviendas bajo el luego escandaloso proyecto Sueños Compartidos de la Fundación Madres de Plaza de Mayo.
Emerenciano, hoy detenido por el femicidio de su nuera, era aparentemente quien se ocupaba de parte del salario que percibían los trabajadores, pese a que oportunamente fueron blanqueados por la Fundación.
La reconstrucción que surgió del relato de los ex empleados, detalla que al principio les respetaban el horario de trabajo, les proveían de herramientas y se cumplía el horario de descanso para comer. «Sin embargo, luego todo cambio, Emerenciano Sena, Marcela Acuña y Quintin Gomez empezaron a no respetar la jornada laboral de 8 horas, no los dejaban retirarse del lugar hasta que no terminaran sus trabajos. Cuentan que el mismo Sena solía colarse en el portón y a los gritos ordenar que coloquen un candado para que nadie salga del predio, diciéndoles, además, que si alguien se iba al día siguiente no podría volver a ingresar».
Un candado en un portón controlado por un piquetero y jornadas que se podían extender hasta las 16 horas diarias, parte de los aberrantes testimonios de una situación que parecía descontrolada. El salario rondaba entre los $ 700 y $ 1.500, dependiendo la tarea que cada trabajador cumplía, sin embargo parte de ese dinero les era retenido para sostener la estética e indumentaria del movimiento con el que en los últimos años se posicionaron como los dirigentes piqueteros más importantes de la provincia.
Como si fuera poco, «el trabajo como operario además implicaba la obligación de asistir a las marchas y cortes programados por el movimiento en distintos puntos de la ciudad, no tenían derecho a mirar o controlar las libretas y/o tarjetas de trabajo para controlar la cantidad de horas trabajadas y pagadas, las tarjetas eran marcadas por dos o tres personas que Sena».
«PARECEN PROSTITUTAS»
El requerimiento del Ministerio Público Fiscal señala que si los obreros hacían algún planteo, los dirigentes contestaban que «eso significaba desconfiar de su integridad» y si reclamaban dinero «les decían que parecían prostitutas».
«El trato era malo, los gritos y amenazas constantes, les decían que si no les gustaba, que se vayan, que había mucha gente que quería trabajar y que no volvieran a contradecirlos porque ya sabían lo que les iba a pasar. Debían comer en el piso porque las mesas y sillas que había entregado la Fundación al inicio de la obra fueron llevadas por Sena», añade el documento.
Otro nombre conocido suena en el expediente. Fabiana González, leal colaboradora de los Sena, era una de las capataces, encargada de controlar el cumplimiento de las órdenes dadas, marcar las tarjetas y cobrar los aportes obligatorios.