Endeudamiento familiar: más hogares dependen del pago mínimo y crece el uso de las tarjetas de crédito
El financiamiento con tarjeta se expande en todo el país y ya alcanza a casi cuatro de cada diez adultos. Mientras los salarios pierden poder adquisitivo, más familias recurren al crédito para cubrir gastos cotidianos.
El crédito plástico se consolida como la principal herramienta de financiamiento de los hogares argentinos. Con salarios que pierden terreno frente a la inflación, cada vez más familias recurren a la tarjeta para cubrir los gastos del mes, aun cuando el costo de financiarse se mantiene en niveles elevados.
Según un informe de First Capital Group, elaborado con datos del Banco Central, en octubre el saldo total financiado con tarjetas de crédito en pesos alcanzó los $21,9 billones, lo que representa una suba nominal del 1,3% mensual y del 63,4% interanual. Sin embargo, al descontar la inflación, el incremento real fue más modesto: una caída del 1,2% respecto de septiembre y un avance del 24,2% en el último año.
El endeudamiento también muestra un crecimiento sostenido. De acuerdo con el Informe de Inclusión Financiera del BCRA, 14,6 millones de personas mantienen deudas activas con tarjetas, un 4% más que en el primer semestre del año. La cifra equivale a casi cuatro de cada diez adultos, un indicador del peso creciente del crédito en la economía doméstica.
Aunque el Gobierno inició una baja gradual de las tasas tras las elecciones, el costo del financiamiento continúa siendo elevado. Si bien las compras en un pago no generan intereses, las operaciones en cuotas y el uso del pago mínimo implican fuertes recargos. A eso se suman los intereses punitorios para quienes no llegan siquiera a cubrir el monto básico.
En Banco Macro, por ejemplo, la Tasa Nominal Anual (TNA) para compras financiadas es del 105,3%, y el Costo Financiero Total (CFT) con IVA asciende al 127,4% anual. Los intereses punitorios llegan a una TNA del 52,6% y un CFT del 63,7%.
El resultado es un círculo de dependencia financiera: los hogares se endeudan para sostener el consumo, pero ese mismo endeudamiento reduce su capacidad de pago futura. En un contexto de ingresos estancados, la tarjeta de crédito se convierte en un salvavidas cada vez más caro.
