El licenciado en psicología Diego Collantes destaca la intervención de una Unidad Educativa de Castelli que restringió el uso de celulares. Subraya la necesidad de abordar la violencia digital y los riesgos y efectos de la pandemia en la salud mental de los jóvenes.
La reciente decisión de una Unidad Educativa de Gestión Privada de Castelli de prohibir el uso de celulares en el nivel secundario, medida que se extenderá hasta el 30 de septiembre, fue celebrada por la comunidad educativa y generó reflexiones en torno a los riesgos de la violencia digital. En diálogo con NORTE, el licenciado en Psicología y exdirector de Salud Mental del Chaco, Diego Collantes, valoró la iniciativa y remarcó la importancia de que este tipo de problemáticas no pasen desapercibidas y sean abordadas por la comunidad en estrategias de prevención y mitigación de la violencia.
Diego Collantes, exdirector de Salud Mental de la provincia del Chaco
«En primera medida, desconozco pormenores del caso. Sin embargo, celebro el hecho de que estas cuestiones que puedan estar sucediendo entre los chicos sean registradas y tomadas en cuenta por la comunidad educativa y por la sociedad adulta. No solamente vistas, sino puestas en cuestión. Más allá de la medida en cuestión, que supongo vendrá acompañada de otras acciones, celebro la toma de postura y acción de la escuela sobre estos hechos, sobre todo en un contexto social y cultural actual en el que se tiende a naturalizar distintas situaciones de violencia que pasan desapercibidas e incluso son celebradas», expresó Collantes. Y subrayó la necesidad de «problematizar, intervenir y actuar ante este tipo de situaciones de violencias que puedan suscitarse y regular las relaciones entre los chicos. No controlar o vigilar, sino regular, desde el acompañamiento, el cuidado y la intervención de ser necesario».
El especialista aclaró que no celebra la prohibición en sí misma, sino «el hecho de que una comunidad educativa detecte una situación que se viene dando y ejecute estrategias para trabajar estas cuestiones con los chicos, que sea visto como un problema emergente en el marco de un momento histórico en nuestro país, en el que la violencia y el hostigamiento por medios digitales se está caracterizando por ser particularmente violento», analizó.
En esa línea, advirtió sobre los riesgos asociados a la salud mental: «En el mes de la prevención del suicidio, hablar de los factores de riesgo, como antecedentes de autolesión o situaciones de violencia sufridas, hablar, escuchar y acompañar es un factor preventivo, protector, que reduce el riesgo y hay que tener presente. Por eso, celebro que esta escuela haya tomado nota y ejecutado acciones en estas cuestiones para procurar reducir la violencia que pueda estar sucediendo y prevenir algo que pueda ser más grave en el futuro».
EFECTOS DE LA PANDEMIA EN LA SALUD MENTAL
Collantes también vinculó este tipo de medidas con el contexto social y sanitario de los últimos años. «En términos generales, ya venían sucediéndose aumentos de los sufrimientos, padecimientos mentales y consultas previamente a la pandemia. La pandemia vino a agudizar un cúmulo de cosas. Durante el periodo de post pandemia, se registraron aumentos en los padecimientos mentales, consultas e internaciones por motivos de salud mental. Dentro de eso, resalto las autolesiones, los intentos de suicidios y suicidios consumados», indicó.
Finalmente, aportó un dato alarmante: «En 2024, los suicidios consumados fueron la mayor causa de muerte violenta en el país, incluso superando a los accidentes viales. Es un emergente que viene sucediendo y se fue agudizando. Las situaciones violentas generan efectos en la salud mental de las personas y la omnipresencia que tienen los celulares, medios digitales y redes sociales constituyen un factor de riesgo si no es regulado».
Suicidios en aumento: prevención y acompañamiento
La discusión sobre las formas y causas del suicidio volvió a ponerse en primer plano tras la visibilidad de episodios ocurridos en el Puente General Belgrano. Para el licenciado Diego Collantes, ese impacto público exige que la sociedad y las autoridades actúen sobre los factores de riesgo que pueden prevenir nuevas tragedias. «Sin duda que la visibilidad que toma la cuestión de los intentos o suicidios consumados en el puente impacta mucho. Y en el último tiempo aumentaron. Cualquier tipo de acción –como ser de infraestructura- que se pueda generar para prevenir esto es bienvenida», afirmó en contacto con NORTE.
El especialista advirtió que los episodios que se ven en espacios públicos como el puente son solo una parte de una problemática más amplia. «Las autolesiones, los intentos de suicidios graves y los confirmados con otras modalidades, en términos numéricos superan ampliamente los sucedidos en el puente», sostuvo Collantes. Dijo que, frente a este escenario, resulta imprescindible identificar los factores de riesgo para poder contener y acompañar a las personas en situación de vulnerabilidad. «Fundamentalmente hay que hacer hincapié en cuáles son los factores de riesgo que puedan incidir en los intentos de suicidio. Es decir, cuáles son los factores que están incidiendo y de qué manera se puede contener, acompañar y escuchar a estas personas, más allá de cualquier infraestructura que pueda ejecutarse», explicó.
El psicólogo vuelve así la atención hacia intervenciones centradas en la escucha activa, el acceso a dispositivos de contención y la articulación entre escuelas, familias, los sistemas de salud mental y la comunidad en general, antes que a soluciones exclusivamente estructurales. En su diagnóstico previo, Collantes recordó además el efecto agravante de la pandemia sobre los padecimientos mentales y el rol fundamental del Estado como responsable de garantizar no solo acciones de prevención y promoción, sino también la atención y asistencia.
Niños y adolescentes: características de los padecimientos
– Aumento de autolesiones, intentos de suicidio y suicidios en NNyA
– En NNYA mayor fragilidad en las redes y vínculos de sostén y cuidados con adultos atravesados por situaciones de vulnerabilidad emocional y económica.
– Aumento en la cantidad de NNYA que ingresan al sistema de protección de derechos y al sistema penal juvenil
– Aumento de situaciones de violencia y maltrato entre jóvenes observables en la escuela donde hay adultos que ven y sancionan, y también promueven ambientes de paz
– Aumento y dificultades de regulación en los consumos problemáticos de tecnologías