La hambruna en Gaza, contada por una enfermera en primera línea: “Cada semana los números son mayores”

Daniela de Oliveira Mota, de MSF, describe la dramática situación en los centros de alimentación terapéutica donde trata a cientos de niños y madres desnutridos. Los suministros necesarios esperan del otro lado de la frontera sin poder ingresar por el bloqueo israelí.
La enfermera Daniela de Oliveira Mota había trabajado en países con grupos armados, pero nunca había visto nada como Gaza. “Es todavía peor de lo que imaginé”, dice por teléfono a Infobae desde la Ciudad de Gaza, donde lleva dos meses como gerente de actividades de enfermería de Médicos Sin Fronteras (MSF). “Falta todo”. No se refiere solo a la destrucción visible tras 21 meses de guerra, sino a algo más profundo: la ausencia de lo más básico para la supervivencia humana.
En el centro sanitario donde trabaja —uno de los cinco que MSF opera en Gaza— atiende actualmente a más de 1.000 pacientes por desnutrición: niños de entre seis meses y cinco años, mujeres embarazadas y lactantes. “Cada semana los números son mayores”, constata. Pero admite que estas cifras son solo la punta del iceberg: “Sabemos que son muchísimos más” debido a las limitaciones de suministros y personal.
Su testimonio ilustra una realidad que las organizaciones humanitarias llevan meses denunciando: Gaza vive una hambruna provocada. Más de 100 ONG, entre ellas MSF, Save the Children y Oxfam, advirtieron el miércoles de una “hambruna masiva” que se extiende por la Franja, donde incluso los propios trabajadores de ayuda “se están uniendo a las mismas filas para recibir alimento”.