“Un clic la mató”: habló la mamá de Ema, la nena que se quitó la vida tras la viralización de un video íntimo

Tenía 15 años y vivía en Longchamps. Un compañero de colegio difundió las imágenes en su escuela y empezó el calvario. A un año, su mamá presentó en el Congreso una guía y un proyecto de ley para prevenir la violencia digital.
“Ema, estás pre-cio-sa”. Se desplomó en un suspiro, soltando sílabas como soplando burbujas. Se hacía tarde, más que nunca. Pero Laura la celebró. Su hija bajó a las apuradas del auto. Ema volvió sobre sus pasos: juntó sus labios, con una sonrisa, tomó del hombro a su mamá y se despidió con un mua sonoro. “Me dio un beso hermoso”, añora su mamá. Ninguna de las dos sabía que iba a ser el último.
Era viernes. 23 de agosto de 2024. Ema estaba feliz. Se había levantado casi de madrugada para alisarse el pelo y el flequillo rebelde. “Ella de chiquita tenía tantos rulitos… parecían caracolitos”, la recuerda su mamá. Se puso la camisa blanca que se había ido a comprar especialmente para la foto anual del cole. “Quería estar impecable y así estaba”, cuenta.

Cuando su mamá la dejó en la puerta, no solo el pelo, toda Ema brillaba. Su perfume dulce, su alegría, sus arrebatos. Sus 15 años. La foto se hizo y se desató la tragedia. “Un clic la mató”, dice su mamá.
Ema Bondaruk se quitó la vida, 24 horas después de que en clase se viralizó un video íntimo. Un chico de 14 años que iba a su misma escuela empezó a compartir sin su consentimiento un video de ellos teniendo relaciones sexuales. Primero fue a uno, después a otro y el hilo de la viralización explotó. Imparable, las imágenes íntimas empezaron a circular por interminables grupos de WhatsApp.
Se cumplió un año y su mamá Laura Sánchez presentó la Guía Ema para prevenir la violencia digital y un proyecto de ley para que las escuelas incorporen el tema en la currícula.

El colegio “hizo todo mal”, señala Laura. Los llamaron a los dos a Dirección y les avisaron a los padres. “Hola, mamá pasó esto. Ya hablamos con los dos”. Solo eso. Pero, ¿qué les dijeron? ¿Por qué le llamaron la atención a Ema? ¿Qué le explicaron al chico? ¿Pudieron hacerles entender la gravedad y contenerlos? ¿Qué hubiera pasado si existía un protocolo como la guía Ema. “El lunes voy a hablar”, respondió Laura a un llamado de una secretaria.
“El viernes hablamos, pero ya era tarde. Había gente en casa. Yo no entendía qué era lo que pasaba. Mi preocupación era que Ema había estado en su dormitorio con un chico que apenas conocía porque nos habíamos mudado y era nueva en el colegio. No reparé en lo del video”, dice Laura y recuerda con angustia. “Yo le dije_ ‘¿Y si te viola y te mata, y cuando llego de trabajar te encuentro muerta? Me tengo que morir yo detrás…’“.
Ema y Laura tuvieron una típica discusión de hija adolescente y madre. “Ema, hasta acá. Voy a hacer las compras que me cierran los negocios. Vuelvo y seguimos hablando”, le marcó Laura. “Yo llegué a la 13.35 y ya era tarde”, dice. El mundo de Laura se derrumbó.

Ema era un cascabel, muy cariñosa, combativa, alegre. Estaba planeando unas vacaciones con su familia en Brasil, quería estudiar psicología y se había decidido a festejar su cumpleaños en una quinta, en octubre. “Sí, ma, empezá a buscar para reservar la fecha”, hacía un rato le había dicho a Laura.
“Cuando Ema nació le dio un sentido a mi vida, aquel 4 de octubre de 2008, desde entonces todo giró en torno suyo. Los hijos dan ese sentido de vida. Cuando se nos muere un hijo, la vida pierde sentido completamente, se convierte en un sinsentido total. Sin embargo, después de contar al mundo lo que había pasado con Ema supe que una pérdida tan grande y valiosa no podía ser en vano», dijo Ema en el Congreso cuando el lunes pasado presentó la Ley y la Guía.

Laura no se levantaba de la cama, lloraba todo el día, pasaba quizá días sin bañarse. Cuando lograba salir caminaba kilómetros y kilómetros sin parar. Sin freno y sin parar de llorar. “La policía me detenía para preguntarme si me pasaba algo”, cuenta. En octubre, la activista mexicana Olimpia Coral Melo la visitó cerca de su casa en Longchamps. Olimpia había sufrido la viralización de un video íntimo cuando tenía 18 años y tuvo tres intentos de suicidio. Ahora logró que muchos países tengan Ley Olimpia.
En la Argentina, es la ley 27736 que sanciona la difusión de imágenes íntimas. No hay en el país ninguna norma y ningún protocolo para adolescentes. “Es tremendo lo que pasa con las adolescencias y los entornos digitales. Vos podés hablar en tu casa, pero tu hijo es interpelado por un montón de cosas y muchas cosas suceden en la escuela Por eso hay que educar a la sociedad toda y a la comunidad educativa”.

“Ema no fue su último acto de vida. Fue mucho más. Tenía conciencia social, un sentido de justicia. Se conmovía mucho con las abuelitas, los adultos mayores. Una vez me pidió que le llevara comida a una señora. Era muy buena”, dice Laura.
“Cuando empecé a entender qué era la violencia digital de género, entendí. Es tremendo. Las víctimas sienten como si las violaran. Las consecuencias son silenciosas. Por eso tenemos que hablar de esto en las escuelas”, señala.
Su mamá habla y parece que la toca. La acaricia con las palabras. Durante la entrevista con TN, en una mañana soleada de agosto, una pluma blanquísima irrumpe suavemente, planea y la roza a Laura. Se estremece y se le iluminan los ojos: “Yo siento que es Ema, que me dice ‘está bien lo que estás haciendo’. Yo creo que es así”.
*Fuente TN.COM.AR
(*) Con la colaboración de Gonzalo Molina Prado.