Un gigante dormido: La Cooperativa Castelli, una institución que cumplió 90 años y busca subsistir en los nuevos tiempos

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La Cooperativa se fundó el 7 de abril de 1935 (un año antes de la fundación de J. J. Castelli) en la casa del Sr. Walter Becker según consta en acta, pero desde el 31 de marzo del mismo año ya se habían comenzado con gestiones y trabajos. Su primer Presidente fue el Sr. José Ceschan.
La Cooperativa nació por una necesidad de los nóveles colonos inmigrantes por comercializar su producción, dado que al no existir la misma debían hacer largos viajes en carro hasta la localidad de Sáenz Peña o mal vender a los más pudientes.
Cabe señalar que para esos tiempos los estudios con los que contaban los colonos eran escasos, pero sin embargo supieron crear grandes instituciones a base de trabajo, esfuerzo y sacrificio. Además con la participación activa de la cooperativa y de tantos pioneros se contribuyó enormemente en la fundación y el crecimiento de Juan José Castelli.
Luego, el impacto de las malas campañas, la baja del precio del algodón, los escasos rindes producto de la degradación del suelo, las nuevas plagas, el precio de la fibra a criterio de los hilanderos y, un contexto donde la tecnología, la mecanización de la cosecha y las grandes multinacionales que fueron comprando los campos de los pequeños productores, con su consecuente traslado a la ciudad y la implementación de nuevas formas de mecanización y comercialización por fuera de las cooperativas, fue llevando a la decadencia.
Una conjunción de factores que fueron dejando sin funcionalidad a las cooperativas, a tal punto que muchas quebraron y dejaron de existir.
Las cooperativas en su tiempo fueron el motor de los pueblos y de las colonias, todo transcurría o giraba en torno a ellas, dieron vida y propulsión a miles de trabajadores que con esfuerzo y entusiasmo forjaron un Chaco pujante.
Hoy quedan los recuerdos de aquellas épocas doradas, donde el oro blanco era el sustento de los productores y cientos de familias. Largas colas de tractores con acoplados, carros, camionetas y camiones para descargar el algodón, luego el paso obligado por el supermercado para nutrirse de mercadería, por la tienda para llevar alguna pilcha, por el corralón para algún material de construcción, por el servicio veterinario para algún fármaco y hasta algún repuesto en la ferretería, todo en un sólo lugar.
 
Los tiempos cambiaron, la nostalgia aflora, los recuerdos perduran y hasta algún lagrimón se pianta reviviendo esas épocas doradas. Ya nada es igual y no lo será, la modernidad arrazó con tantas historias de sudor.
En la actualidad la cooperativa cuenta con el grupo de Damas que realizan dulces y conservas, venta de combustibles y lubricantes, brinda galpones a la municipalidad, a comerciantes, al club Paszagales y a una iglesia.
TEXTO Y FOTOS:  Ariel Redel –    CHACO IMPENETRABLE 

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