56° aniversario del diario Norte

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  • Por Sergio Schneider – Director periodístico. Todos los cambios en el acceso del público a información provocados por las innovaciones tecnológicas en los últimos treinta años generaron en muchos la idea de que los diarios ya no eran necesarios, al tiempo que demostraron… cuán necesarios son los diarios.

Si solo existieran las redes (y sus parientes cercanos, aquellos medios digitales para los que el click justifica los medios) y no los periódicos, de verdad estaríamos discutiendo si la tierra es plana o redonda. Y el debate, muy posiblemente, acabaría dictaminando que la primera de esas dos opciones es la acertada.

Por supuesto que la irrupción de Internet, la rápida masificación del acceso a la red (enterrando en poco tiempo a la infinidad de «cibercafés» que habían brotado por todas partes a finales de los años 90) y el arribo de los smartphones crearon condiciones a las que los medios tradicionales debieron adaptarse, con costos variados. Entre estos últimos, transformaciones que en algunos casos fueron positivas y en otros no.

CLAROSCUROS 

Por el lado de lo bueno, la interacción de los medios con sus públicos dejó de ser una relación desigual. Los medios perdieron poder (aunque no necesariamente eso significa que ese universo que llamamos «la gente» lo haya ganado), y eso los bajó del estrado de superioridad en el que algunos se sentían. Y también debieron revisar la manera de abordar los temas y de definir sus agendas, considerando más la perspectiva ciudadana en ambos planos. Lo negativo fue que la competencia con las redes restó rigor y profundidad.

La primicia siempre fue un objeto de deseo de la prensa, que llevaba (y sigue llevando) pegada la necesidad de ser primeros, de anticiparse, algo que genera la tentación de acortar camino en la construcción de la noticia. ¿Cómo? No chequeando tanto la información, no tocando tantas fuentes como aconsejarían los manuales. Con la era digital es peor: la mayor parte de las veces el camino no se acorta; directamente no hay camino.

El dato llega al usuario de una cuenta y se convierte de inmediato en información publicada. Lo mismo hacen muchos medios web. La consigna es publicar cuanto antes y después ver. A veces, ni siquiera ver. «Si es falso, que alguien lo desmienta; yo lo publico antes de que otro me gane de mano».

Durante el tramo más caliente del caso Cecilia Strzyzowski, las primeras semanas de esa trágica historia (que aún tiene final abierto), hubo cuentas de redes y portales «informativos» que publicaron a modo de primicia impactante que el cuerpo de la joven desaparecida había sido hallado. Era falso, obviamente. El rumor llegó y los muchachos se apuraron a convertirlo en noticia. Se llenaron rápidamente de miles de clicks.

Después, como si nada hubiera sucedido y sin pedir disculpas, borraron lo subido a la red. Algo parecido había ocurrido con el caso de Tatiana Kolodzyei, la joven raptada por un exconvicto remisero en 2012. Cosas similares pasaron el año pasado durante la ola de saqueos que se instaló durante algunos días en diferentes puntos del país. Todo el tiempo se publicaron y despublicaron datos sobre incidentes graves que en realidad no habían sucedido.

Lo mismo en diciembre de 2014, cuando buena parte de la policía provincial estuvo de paro y el Gran Resistencia fue una inmensa zona liberada a la delincuencia. Se avivó permanentemente la angustia social con noticias falsas que hablaban de asaltos cruentos, enfrentamientos armados con vecinos y otras historias.

Cronistas y reporteros de NORTE no daban abasto yendo de un lugar a otro para ver si lo que se decía era cierto, comprobando que no lo era. En los inicios de la pandemia de coronavirus volvió a pasar. Frente a una comunidad colmada de miedo, se difundían datos sobre contagios y decesos que no eran reales.

En las elecciones de 2023 para gobernador, se hizo correr -como si estuviera chequeada- la versión de que los votos se habían contabilizado erróneamente y que la corrección del escrutinio obligaba a un balotaje entre Leandro Zdero y Jorge Capitanich, algo que tampoco era cierto.

EN EL FONDO

Pero es posible que lo peor del nuevo ecosistema de la información no sean esas falsedades que durante horas o minutos se convierten en verdades, sino la banalización y el maniqueísmo que impregnan el mundo digital. Malo por lo que significa en sí mismo y porque los medios tradicionales no lograron resistirse a caer en las mismas mañas.

No todos ni todo el tiempo, pero sí muchos y bastante. Es que, en el fondo, los medios y el ejercicio periodístico en su conjunto afrontan una fase de revisión que no está desprovista de un denso desconcierto. Se supone que somos los encargados de contar la historia en tiempo presente, pero ¿cuál es la historia hoy? ¿Por dónde pasa? ¿Vale la pena meterse en esas profundidades si en todas las ediciones digitales las noticias más leídas son -habitualmente- los amoríos fallidos de la estrellita del momento?

El periodismo es cada vez más una rama de la industria del entretenimiento. Digan lo que digan los detractores de los diarios, es en estos donde todavía lo que queda de la esencia periodística subsiste y aguanta. Los formatos, los lenguajes, los recursos para posicionarse en los buscadores o viralizarse en las redes, son asuntos que van por las colectoras.

En el centro de la autopista, en lo que importa, los diarios llevan años soportando a los profetas de sus muertes. Los agoreros tienen la lógica de estos tiempos a su favor. Los periódicos son un símbolo tan inmenso de resistencia que sus aliados más leales son únicamente las personas a las que les gusta leer y analizar. Nada más que eso, nada menos que eso.

En esta edición especial, los invitamos a compartir historias que fueron parte de nuestras páginas -y más cerca en el tiempo, de nuestra producción digital en algún momento y que atrajeron el interés colectivo, además de opiniones e informes sobre temas que nos involucran a todos.

Es nuestro trabajo, es lo que sabemos hacer. Este diario, el nuestro, NORTE, cumple 56 años. Con dificultades, con desafíos complejos en un país que nunca les facilita las cosas a las pequeñas y medianas empresas, pero fiel a la idea con la que nació. Elección cotidiana que nos permite ser la marca periodística más importante del Chaco y liderar simultáneamente el mercado de las publicaciones gráficas y también el de las digitales.

Por Sergio Schneider – Director periodístico. 

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