El juicio a los rugbiers: del relato del policía que intentó salvarle la vida a Fernando al guardia del boliche que apuntó a dos de los acusados

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Maximiliano Rosso Suárez fue quien le hizo maniobras de resucitación y llamó a la asistencia. El jefe de seguridad de Le Brique complicó a Máximo Thomsen y a Matías Benicelli; se abrazó con la mamá de la víctima y lloraron ambos.

Rosso Suárez amplió su testimonio ante los jueces con detalles sobre cómo intentó reanimar a Fernando porque ya no tenía pulso. Dijo que comenzó a hacerle maniobras de reanimación cardiopulmonar por varios minutos. “No me fijé el tiempo”, explicó y agregó: “Hasta que pudieran llegar los bomberos y colocar desfibrilador”.

Luego, señaló que llegó la asistencia, que le colocaron el desfibrilador y él se ocupó de “cuidar el perimetro, evitar que se siguiera juntando gente, y parar peleas que se seguían suscitando alrededor del boliche”. Fue entonces que contó que no bien se arrodilló sobre Fernando empezaron “a correr y a llorar muchas personas”. Y describió cómo estaba el joven estudiante de abogacía: “(Tenía) sangre sobre la nariz y el torso desnudo. Le faltaban las zapatillas. Tenía un jean y nada más”.

En el momento más angustiante del testimonio del policía que le intentó salvar la vida a Fernando Báez Sosa, Rosso Suáres describió: “Paramos otra pelea y vuelvo (a Le Brique). El chico estaba tendido en el suelo, le faltaban la remera y las zapatillas. Le habían puesto una campera para taparlo. Le tomé el pulso y no tenía”.

Y continuó: “Comienzo a hacerle las maniobras de RCP. Luego, llamo pidiendo apoyo y una ambulancia al lugar. Pasado unos minutos, o no sé cuánto tiempo, viene un móvill de bomberos a asistirme y, luego, la ambulancia”. Tras unos minutos en el lugar, el policía indicó que a Fernando lo trasladaron y que él se quedó frente al boliche “parando peleas que sucedían”.

El policía recordó que no fue el único en intentar salvar a Fernando, que una joven también le hizo luego maniobras de RCP; pero que antes de eso fue él quien le constató el pulso colocando su “mano sobre el cuello, sobre la arteria, y contando… No sentía y, además, estaba quieto, no se movía”.

*Infobae

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