Europa no recuerda los barcos que mandó

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La Unión Europea está dispuesta a modificar sus políticas si Turquía se lleva (y deja de enviar) los migrantes que hoy están dentro de sus fronteras.

 

Turquía firmó un acuerdo con la predecesora de la Unión Europea (UE), solicitando su incorporación, en 1963, mucho antes que la Comunidad Económica Europea decidiera ampliarse y, finalmente lo hiciera, en 1970. Su característica de Estado bicontinental, aunque fundamentalmente asiático, y su población de mayoría musulmana, hacían dificultosa la asimilación del Estado otomano a las costumbres y las prácticas de las instituciones europeas. Sin embargo, en 1987 Turquía presentó su candidatura para ser parte del proceso de integración; en 1995 entra en vigor la unión aduanera entre la UE y Turquía, y en 1999 la UE decide aceptar oficialmente la candidatura a la adhesión de Turquía a la Unión.

Todos los procesos se fueron dando de manera pausada y lenta, puesto que la idea de avanzar hacia Oriente Medio no era una opción mayoritaria en Bruselas. Sin embargo, en los últimos meses, el proceso sufrió un avance inusitado, y los hechos adquirieron un dinamismo impensado poco tiempo atrás.

La denominada crisis de los refugiados -que no es más que olas migratorias de hombres, mujeres y niños que huyen de la guerra, la violencia y el hambre, en muchos casos amparadas y estimulados por los propios Estados de la UE- puso a Europa en aprietos por su incapacidad de dar respuestas que dieran soluciones concretas a estos problemas.

Europa, que los últimos dos siglos fue un continente emigrante eligió dar la espalda a quienes veían en ella un faro guía a la solución de sus problemas. La Vieja Europa resultó estar enfermo de amnesia.

Entonces, y cuando ya no se sentía segura ni por alambrados, ni por barreras, ni por muros ni por un estrecho, Europa debió echar mano a nuevas fórmulas innovadoras que la ayudaran a resolver su problema, que claramente no es el problema de los migrantes, puesto que los inmigrantes son su problema.

Y de pronto Turquía tuvo su silla en la mesa europea. El Estado turco y la UE acordaron y firmaron un acuerdo para expulsar a migrantes y refugiados llegados desde Turquía a las costas griegas a cambio de acelerar la postergadísima adhesión turca al club comunitario y eliminar, a partir de julio, la necesidad de visado para los turcos que viajen al Espacio Schengen.

Es decir, Europa decidió comercializar el posible ingreso de Turquí a sus instituciones, que -pese a lo firmado y tal como ocurrió en reiteradas oportunidades en el pasado- es muy difícil que trascienda de una declaración de intenciones en un papel, y en esa comercialización sus unidades de trueque son seres humanos.

Para decirlo de manera clara, concreta y concisa: Europa está dispuesta a modificar sus políticas si Turquía se lleva (y deja de enviar) los migrantes que hoy están dentro de sus fronteras. Creen que el problema se resuelve si no lo tienen dentro, sin entender que así no se resuelve, ni siquiera, ‘su problema’.

Y si bien el acuerdo menciona que no habrá expulsiones masivas, la delgada línea que lo margina no es barrera suficiente para muchos sectores de la UE, que ven en él un instrumento pasible de utilización para tal fin. Temen que lo escrito sea papel mojado al momento de implementarlo, tal como ocurrió con las duras críticas que la UE virtió contra Turquía tan sólo medio año antes y que hoy, por conveniencia y connivencia política, decide acallar.

Las imágenes de los campos de refugiados en territorio de la UE ponen de manifiesto que el problema no es de los migrantes ni es el migrante, el problema es un entramado político y económico que deja al margen a grandes masas humanas ya no, de los beneficios de acceder siquiera a ciertos niveles de consumo, sino de poder tener acceso a servicios básicos de supervivencia.

Y frente a esta situación Europa debe dar respuesta, porque es parte del problema, y pese a su amnesia selectiva debe tener memoria… porque también en los campos de refugiados en Grecia retumbarán las palabras de León Gieco: «Europa no recuerda | de los barcos que mandó | gente herida por la guerra | esta tierra la salvó. Si me pedís que vuelva | otra vez donde nací | yo pido que tu empresa | se vaya de mi país. Y así será | de igual a igual | Y así será | de igual a igual».

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