Más de 5000 personas se anotaron para ser choferes en Uber Argentina

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Pese al fuerte rechazo de los taxistas, hubo rápida acogida de posibles conductores para la aplicación de viajes urbanos.

 

Mientras el gremio de los taxistas brama contra la inminente llegada de Uber a la Argentina, la convocatoria de la empresa a automovilistas particulares para sumarse como posibles conductores que trabajen con la aplicación ha tenido una fuerte aceptación. En las primeras 24 horas tras la difusión de la campaña solo vía las cuentas de Facebook y Twitter de la empresa, unas 5000 personas se anotaron para, cumpliendo una serie de requisitos, sumarse a la plataforma y -cuando entre en funcionamiento- transportar pasajeros y ganar dinero.

Uber se define como una empresa de tecnología. En rigor, es una aplicación para celulares, que usando el GPS del teléfono une con conductores privados a los pasajeros que necesiten viajar a un determinado destino. El costo es hasta 35% más bajo que el de un taxi y, aquí el gran centro de conflicto, no hace falta tener licencia de taxi para operar.

La entrada en funcionamiento de Uber en la Argentina era cuestión de meses. Antes y durante la visita de Obama, desde este espacio también se contó que el encargado de asuntos públicos para el Cono Sur de la empresa, el ex asesor de Bill Clinton, Carl Meacham, estaba ultimando los detalles para que la empresa empezara a funcionar en el país. Tras la contratación de un gerente general hace semanas, el ex Google y Goldman Sachs Mariano Otero, finalmente este domingo Uber hizo la convocatoria de choferes y disparó las alarmas del gremio de taxistas.

“No vamos a permitir que se instalen en el país bajo ningún concepto”, espetó Omar Viviani, titular del Sindicato de Taxistas en varias entrevistas por radio. Asegura que la empresa propone desregular la actividad, y que enviarán un proyecto a la legislatura para prohibir el servicio de la compañía. Uber nació en 2009, hoy está en 400 ciudades en 68 países y convive con la polémica. Es más, pareciera incluso hacerse fuerte. Uno de sus fundadores, Travis Kalanik, no esquiva el perfil alto y se autodefine como “destructor de monopolios”. En sus números no falla, la empresa vale unos US$ 62 mil millones, por encima de Ford, General Motors o la FOX.

La irrupción de Uber, como de otras aplicaciones tipo AirBnB en el caso de la búsqueda de hospedajes para turistas, ha marcado un verdadero cambio en la lógica de los negocios en todo el mundo. Los gerentes de cualquier rubro, según sondeos como uno que realizó IBM, tienen como su mayor preocupación que les aparezca “un Uber”, es decir, una empresa tecnológica que no es de su sector pero que cambia las reglas “uniendo” a los actores ya existentes de manera más eficiente, y se lleva una parte de la renta. Por otro lado, el llamado “capitalismo de plataformas” también tiene críticos, que aseguran que con intermediarios tecnológicos el mundo camina hacia convertirse en un gran universo de cuentapropistas con menos derechos sociales para los trabajadores, aunque al mismo tiempo con mejoras en la prestación de servicios para los usuarios o consumidores. Las regulaciones, en ese camino, van quedando a destiempo. Desde el domingo, la Argentina da un primer paso en esos debates.

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