Opinión: «Carta abierta a la utopía»

0

Vienen por nuestros derechos, vienen por nuestros libros, vienen por nuestra escuela pública. Envueltos en un odio, solamente comparado con la última dictadura, quieren justificar la Libertad con un futuro de privatizaciones, impuestas con un rigor facineroso. Vienen por nuestra cultura, vienen por nuestra música, por la palabra. Vienen por el derecho de alfabetización de nuestras hijas e hijos. Vienen por nuestra esperanza, vienen por nuestra costumbre de amar a nuestras madres, vienen por nuestros abrazos, porque derrotamos la pandemia y aún con pobreza, seguimos dignos y de pie, jamás de rodillas.

La nueva inquisición se prepara para iniciar su persecución oficial. No tienen conciencia, no tienen historia ni memoria, no saben del pan casero, ni saben de la siembra agraria, nunca estuvieron en las plazas luchando por la justicia social, no saben del pobrerío y el piso áspero, entonces nada les cuesta decir que todo se termina porque ellos lo quieren así.

 Esa enferma postura xenofóbica se ramifica en provincias puntuales, que viven en un alto porcentaje del turismo, y es una tragedia miserable, injusta y sin precedente en cuatro décadas de democracia. Demonizando a un sector social que respira y trata de sobrevivir como todo mundo. Maldiciendo los hospitales, las escuelas, el manguito para comprar lo básico. Y que no sepan si ando comprando libros, en cómodas y paupérrimas cuotas.

Soy docente y hace quince años viajo 250 kilómetros hasta el I.E.S “René  Favaloro” para trabajar. Quince años que pago mi pasaje, mi alquiler, mi alimento. Quince años que pago para ir a trabajar. En retribución, la vida me dio amigos que valen oro, por ellos sigo yendo, volviendo, existiendo. Quince años aprendiendo, leyendo, pensando, compartiendo, sintiendo. No me alcanza y sigo. No quiero ir a Brasil y sigo. No me gusta el reguetonto y amo la chacarera, pero nunca culparía al pueblo por su existencia. Planificar la eliminación de sus derechos y posibilidades, es de una maldad y actitud genocida, inédita en nuestro país del dos mil. ¿Quiénes son para quitarnos? ¿Quiénes son para prohibirnos? ¿Se creen superiores? ¿Por qué quieren el mal del pueblo?

Me vi obligado a esta visceral reacción, a no callarme, ni encerrarme en el silencio. Por eso dejo abierta esta postura reflexiva en nombre de muchos, por el bien de todos. Defendamos la verdadera Patria, evitemos la sentencia del odio y el rechazo, no generemos la calamidad social. Ya hemos dado muestras de que hay muchas maneras de corregir los errores y las crisis. Todo es posible sin atentar contra la vida de los demás.

                                                                       Diego Daniel Brandán.

                                                                       Músico. Poeta. Docente.

                                                                         CHARATA, CHACO

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

error: Content is protected !!