HECHOS QUE HICIERON HISTORIA: ROQUE GAY COMANDANDO EL AVIÓN SANITARIO DE CASTELLI

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Roque Gay fue el piloto del avión de Castelli que contribuyó durante décadas al bienestar de la población y el pasado 1º de mayo se cumplieron 57 años de haber iniciado su noble tarea de pilotear el avión sanitario de la Asociación Gabriela Mistral. Siempre a disposición, presente en las emergencias, rescató a una cantidad incalculable de personas del Impenetrable chaqueño, como así también de otras provincias.

El aterrizaje del avión sanitario  de la Asociación Gabriela Mistral en cualquier lugar del Impenetrable era un verdadero  acontecimiento importante para los pobladores

Nació en Machagai, el 20 de marzo de 1.932. Creció en el campo junto a sus hermanos y padres. Cursó estudios primarios en el paraje “El totoral”, luego trabajó en una carpintería en Resistencia y a los 18 años ingresó al servicio militar, hasta los 21.

Luego decidió ir a Buenos Aires a trabajar de tornero y en otras actividades; todo con el objetivo de reunir 14 mil pesos para poder ser aviador. Realizó el curso de piloto en Don Torcuato y necesitaba 40 horas de vuelo para ser aviador. Completó el curso de piloto privado en 1.962, con 100 horas de vuelo, luego cumplió las 200 horas en el Aero Club Chaco.

Fue contratado por la Asociación Gabriela Mistral de Castelli como piloto comercial desde el 1º de mayo de 1.961 hasta el 1º de junio de 1.974. Luego, fue contratado por la Dirección de Aeronáutica del Chaco, desde el 17 de junio del mismo año hasta jubilarse, en el año 1.990.

Realizaba vuelos sanitarios, siempre desde Castelli hasta distintos parajes que poseían pistas de aterrizaje; entre ellos El Espinillo, Nueva Pompeya, Sauzalito, Comandancia Frías, Fuerte Esperanza. “Salía desde Castelli siempre llevando a alguien, viajaba continuamente a los parajes Las Moras, El Espinillo, Bermejito, Fortín Lavalle, Nueva Población y otras localidades del Impenetrable” recordó. Todos estos lugares tenían sus pistas de aterrizaje y donde no había para aterrizar lanzaba las cosas con paracaídas. “Trasladaba de un lugar a otro, cartas, aparatos, mercadería y vacunas; generalmente se lanzaban estas cosas en las escuelas, llevaba siempre lo que me pedían y a estos viajes los realizaba dos veces por semana”.  También contó que más de una vez tuvo que aterrizar de emergencia buscando claros en el monte. “Recuerdo que una vez me sucedió en la chacra de don Pelletier, cerca de Miraflores, en ese vuelo llevaba una pasajera. Esto ocurrió porque muchas veces prestaba combustible a los policías o enfermeros que necesitaban, y esa vez quedó mal cerrado el tanque y se perdió todo en el vuelo”, recordó. 

Cuando se pedía el avión desde distintas zonas era por emergencias graves, porque había alguna persona enferma o parturientas; pero también solía hacer viajes oficiales trasladando a funcionarios, médicos, docentes o policías a distintos lugares. Incluso, supo trasladar en varias oportunidades al ex Gobernador Ruiz Palacios y en una oportunidad trasladó a la periodista de canal 7 Silvia Fernández Barrios que viajó a cubrir la carrera La Vuelta al Chaco.

“Cuando uno vuela le da una sensación de libertad, se independiza del mundo y de los problemas, me dan muchísimas ganas de volver a volar, pero nunca viene nadie acá. No tengo a quien poder acompañar en los vuelos”  expresó.

En una entrevista realizada por el escritor Juan José Schmidt, don Roque lamentó que se haya perdido este servicio para llegar a poblaciones inhóspitas del norte chaqueño a buscar algún paciente o llevar asistencia a las familias. “Lamentablemente Castelli quedó sin avión, sin la posibilidad de socorrer una necesidad urgente, y en este sentido tristemente los tiempos han cambiado”, lamentó

Entre sus anécdotas recordó que  “Una vez en El Espinillo volaba con viento bien y cuando quise aterrizar se me dio vuelta el avión, como una hoja.  A veces se salía con calor y de repente bajaba la temperatura, en el aire no se ven los cambios. Así es la naturaleza, pasan esas cosas”

También recordó que “En la pista de Las Palomas, que era bastante corta y no muy adaptable, había que darse mañ para aterrizar. Una vez venía un frente de tormenta del sur y bajó la presión:  ¡no se imagina lo que pasé ahí! No levantaba el avión y en frente tenía dos quebrachos, debía pasar por el medio, porque no me levantaba el avión. Después tenía un cañadón, le metí la nariz del avión para abajo para recuperar velocidad»

Finalmente contó que “Muchas veces me encuentro con personas y me recuerdan que les salve la vida llevándolos al hospital, y yo no me puedo acordar de mil personas pero ellos sí se acuerdan de mi”.

*Recopilación: José María Cuellar Publicado en suplemento «80 años de Castelli» el 3 de octubre de 2016 en Diario Norte 

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